Comento con un buen amigo, extrarordinariamente culto y perspicaz, la relación profunda entre el fanatismo y la religión. 

Estamos ambos de acuerdo en que casi siempre el fanatismo tiene o bien una raíz religiosa directa o se puede derivar, en última instancia a convicciones religiosas o próximas a la religión.

Esta relación ya está sugerida por la etimología, pues fanatismo viene del latín prophanum, siendo así que su vez phanum significaba templo en latín. 

Este phanum no tiene una etimología latina clara. Yo creo que debe tener relación última con el griego phainein, es decir, lo que sale a la luz, lo que aparece, lo que se muestra. Y esta idea encaja bien con el sentido del templo como lugar donde se manifiesta lo divino. Pero hay otras etimologías posibles. Dejemos a los filólogos discutir.

Lo que es curioso es que, a juzgar por el significado de phanum como templo, se diría que profano debería significar “hacia el templo”, que parece ser lo contrario de lo que realmente significa en castellano.

La explicación está en la frecuente ambigüedad que adquieren los prefijos latinos cuando son importados por las lenguas romances. El “pro” latino connotaba tanto la idea de dirección como la de posición frontal. En este sentido, el prophanum latino se usaba para denominar a los que debían situarse fuera o delante del phanum o templo, por no estar permitida su entrada. Y de esta idea se deriva nuestro verbo profanar.

De todos modos, diga lo que diga la etimología, la realidad es que el peor de los fanatismos es casi siempre el de carácter religioso.

Y cuando se desarrolla un fanatismo sin religiosidad, a menudo ese fanatismo acaba convirtiéndose en algo parecido a la religión. Hay quienes hacen del nacionalismo una religión, por ejemplo; una religión que promete la gloria a los que mueren por ella.

Me he quedado pensando en esto cuando he leído algo esta mañana, en un digital ruso, en el que se comentaba la heroicidad de los soldados participantes en la «boiennaia espetsoperatsia» (la operación militar especial, esto es, el tonto eufemismo obligatorio en Rusia para referirse a la horrible guerra en ucrania).

«El corazón de los héroes nunca deja de palpitar» (sierdtse geroi bietsia biechno), es la soberana estupidez que escribía hoy el periodista de Komsomolskaia Pravda…

Pero es una estupidez muy religiosa.

No soy amigo de profanar nada, pero sí creo que hay que profanar el fanatismo. Todo fanatismo.

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