También hizo cosas buenas.

En este triste renacer de los neofascismos, se escucha a veces aquello de “también Franco hizo cosas buenas”.

Hombre, faltaría más. Cuando oigo esta bobada, me siento tentado a protestar diciendo que es bastante difícil que en cuarenta años de dictadura no haya habido al menos alguna iniciativa constructiva distinta a la represión y la propaganda. Algún tendido ferroviario…unos cuantos pantanos…

Pero hay una replica genial, infinitamente mejor que la mía, y es la que debemos a Pessoa, dicha en los tiempos en los que el Duce dirigía los destinos de Italia. La transcribo íntegra:

“La principal obra del fascismo es la mejora del sistema ferroviario. Los trenes ahora funcionan bien y llegan siempre en hora. Por ejemplo, tu vives en Milán, tu padre vive en Roma. Los fascistas matan a tu padre, pero tú tienes la certeza de que, tomando un tren, llegarás a tiempo al funeral.”

No se puede ser decir mejor.

Id a cumplir audazmente con vuestro deber militar.

Durante estas semanas no publico nada. Estoy, temporalmente, en otros menesteres. Pero a veces me llegan cosas que me obligan a desahogarme escribiendo y romper mi propósito de dejar a un lado el blog.

Un ejemplo son las infames palabras que nos ha obsequiado esta semana, en un sermón pronunciado en el monasterio Zachatyevsky, “su Santidad” (esbiatieshi) Kirill, ese repulsivo patriarca moscovita de la Iglesia Ortodoxa, con ocasión de la movilización decretada por el gobierno del Kremlin. 

Esto es lo que ha dicho este majadero: 

“Id a cumplir audazmente con vuestro deber militar. Y recordad que si dais la vida por la Patria, por vuestros amigos, entonces vais a estar con Dios en su reino, con gloria y vida eterna”.

Me deja totalmente perplejo que en pleno año 2022 alguien siga vendiendo esta porquería que ha ido a llevando al matadero a millones de seres humanos, siglo tras siglo.

De hecho, me asombra tanto la frase, que he tratado de descartar que no se trate de un ejemplo más de la burda propaganda que ambos bandos del actual conflicto divulgan a diestro y siniestro, como se hace siempre en las guerras.

Así que he hecho una pequeña búsqueda y, sí, he podido confirmar el disparate del mentecato Cirilo. Lo publican medios digitales rusos, oficialistas o no, como exler.ru, biwork.ru, ok.ru y otros muchos.

De modo que por si alguien, al igual que yo, no alcanza a creer que esto pueda ocurrir en nuestros tiempos, con mucho gusto transcribo aquí las palabras originales del pérfido barbudo que invita, como tantos carniceros de la Historia, a aceptar la muerte a fin de cumplir el mandato divino y conseguir la gloria eterna. Leer para creer:

“Идите смело исполнять свой воинский долг. И помните, что, если вы жизнь свою положили за Родину, за други своя, то вы будете вместе с Богом в его Царствии, славе, вечной жизни”

Amor y banca

–Según ciertas estadísticas, siete de cada diez personas manifiestan odiar intensamente a los bancos. Y los ven como sus enemigos. Esto se ha acentuado con los nuevos despidos por miles que avecinan. Y que coinciden con los escandalosos aumentos de megasueldos de los capitostes bancarios que propician esos despidos.

–Se puede comprender el rechazo, desde luego. Pero ese odio africano no es cristiano. El evangelio nos enseña que hemos de amar a nuestros enemigos.

–Sin duda. Amemos a nuestros enemigos. Así se dice. Pero olvidas un pequeño detalle.

–¿Cual?

–El contexto. Esa bella idea evangélica sobre el necesario amor a los enemigos se enuncia justamente en el contexto de una proscripción clara de la actividad bancaria.

–No puede ser.

–¿Que no? Te transcribo literalmente lo que escribió el evangelista Lucas:

» y si prestas a aquellos de los que esperas recibir ¿cuál es tu mérito? Son los pecadores los que conceden préstamos para obtener otro tanto. Amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad, sin obtener nada a cambio”.

–Pues sí.

Lo maravilloso en las baldosas.

Estamos en el jardín, descansando tras un paseo en bici y recibiendo los últimos rayos de sol del verano. Diego se me queja de que le durante el trayecto le he ido dando “la brasa” con eso de que sus odiadas matemáticas están-misteriosamente-en todas partes. 

Me pide un ejemplo clarito y definitivo. Al menos un ejemplo.

Pensativo, miro al suelo del jardín unos instantes y, contemplando las baldosas, se me ocurre una idea. 

Entro a buscar un rotulador, se lo entrego y le pido que lo tire al suelo. 

–Vale.

Le digo que se fije si el rotulador cruza alguna de las líneas horizontales que forman las baldosas. Me dice, correctamente, que en este caso, no.

Entonces yo le propongo un juego consistente en apostar. Si al tirar al aire el rotulador se produce un “cruce”, gana él 1 céntimo. Si no hay “cruce”, gano yo 1 céntimo. 

Me dice que vale y yo le digo que pensándolo bien mejor no jugamos. Resulta que yo conozco las razones matemáticas que me darían a mí la ventaja. Y eso no sería leal. 

Diego me pide que le explique el asunto. Lo hago con gusto.

Resulta que la probabilidad de “cruce” es, obviamente, directamente proporcional al tamaño del rotulador  e inversamente proporcional al ancho de las baldosas. Cuanto más largo sea el rotulador y más estrechas las baldosas, mayor probabilidad de “cruce”.

Por lo tanto, una primera aproximación “burda” a la probabilidad buscada sería dividir ambas medidas (13cms y 21 cms respectivamente), lo que nos daría un resultado de 0,62, o sea, 62% en términos de probabilidad. Esto, al menos, no nos suena raro: obviamente la probabilidad será menor de 1 (puesto que el rotulador mide menos que el ancho de las baldosas) y mayor que 0, pues es seguro que en algún caso el rotulador caerá sobre las líneas. En este sentido, 62% no suena mal…

Ahora bien, si hacemos la prueba cientos de veces, comprobaremos que la frecuencia con la que aparece el “cruce” del rotulador con las líneas no es 62% sino bastante menos, y que va a aproximándose al 40% de los casos a medida que lanzamos el rotulador. Solo el 40% de los casos cruza el rotulador los bordes de las baldosa.

–¿Y?–Replica Diego, con el temible monosílabo.

Pues lo interesante es que esa frecuencia de un 40% aproximadamente es el resultado de utilizar un hallazgo matemático que debemos al francés Buffon, del siglo XVIII. Este matemático demostró que la frecuencia con la que se produce el “cruce” en problemas como el que nos ocupa tiende a ser el resultado de multiplicar esa relación entre el tamaño del “rotulador” y el “ancho de la baldosa” por un número mágico de infinitos decimales que empieza por 0,636…. 

–Ya…

–Por eso, en nuestro caso, la frecuencia es el resultado de multiplicar 62% por 0,636…, lo que da, redondeando, el 40% mencionado. Si tuviésemos tiempo para lanzar miles de veces el rotulador, lo comprobaríamos. Así que sí tú apuestas a que se produce el cruce, acabarás perdiendo. Tu posición es mala en proporción 40/60.

–Vale. ¿Y a dónde llegamos con todo esto?

–Pues lo maravilloso es que ese numerito mágico de Buffon, esto es el 0,636…(que es el que nos ayuda a calcular la frecuencia, y por añadidura la probabilidad, del cruce) es precisamente el resultado de dividir 2 por el número π. Repito, 0,636…es simplemente 2 partido por 3,1415…o sea, 2 dividido por π.

–¿Y qué?

–¿No te parece fascinante que el número π, que se diría relacionado con las circunferencias y los ángulos, acabe apareciendo entre las baldosas del suelo que estamos pisando? ¿No es esto una prueba de que las matemáticas están por todas partes?

–Puede ser–me reconoce Diego mirando pensativo al rotulador que está en el suelo. Y yo quiero pensar que le he inducido un poco a mirar las matemáticas con asombro y curiosidad. 

A mirarlas como una de las cosas más maravillosamente misteriosas de nuestro mundo, que son muchas.

A lo mejor lo consigo.