
Acabo de volver de un largo paseo en bicicleta, con Violeta, por los caminos de la dehesa.
Siempre conversamos mucho, mientras pedaleamos. Y, curiosamente, conversamos de cosas trascendentes.
No se cómo, ya cerca de Alpedrete, ha salido a relucir el tema del mal en el mundo; creo que ha sido a colación de algún comentario sobre el último tiroteo en el colegio norteamericano. O tal vez sobre el conflicto en Ucrania.
–¿Pero, dime, cómo puede evitar alguien ser malo, si es que está hecho así?
–Mmm…vaya–le respondo, jadeando un poco, porque vamos por una pequeña cuesta–verás, Violeta, a esa pregunta tan difícil yo no se qué responderte. La verdad es que me parece que somos mucho menos libres de lo que pensamos para dejar de ser nosotros mismos.
–Entonces ¿por qué castigamos a los malos?-me pregunta Violeta.
–Ejem. Tampoco tengo una respuesta clara…Lo mas que puedo decir es que no tenemos más remedio que actuar y pensar en en el mundo, en nuestro propio interior, como si las personas fuésemos libres de ser buenas o malas. Si no asumimos esa premisa, la vida sería invivible y el mundo inhabitable.
–¿Premisa? ¿Qué es premisa?
–Bueno, premisa es algo que suponemos, algo en lo que necesitamos creer, por alguna razón. Algo que nos conviene creer.
–Ya. Pero ¿sabes qué?
–¿Qué?
–Que muchas veces el problema es que se deja a los niños estar todo el día con los videojuegos. En mi clase hay uno que se llama Sebas que se cree que cuando uno se muere le aparece una pantalla que dice “wasted, has perdido 50.000 euros y vas a reaparecer en el otro lado de la ciudad”.
–¿De verdad?–respondo asombrado, pero entendiendo al cabo de unos segundos lo que quiere decirme Violeta– ¿wasted es “gastado”, “acabado” ¿no?
–Claro. Y si piensas eso, no me extraña que cojas un día el arma y te pongas a matar gente. Total, si van aparecer todos en el otro lado de la ciudad del videojuego…
Me quedo fascinado por lo que me cuenta. Y sigo pedaleando en silencio.
El sol ha caído tras las montañas y el horizonte se ha llenado de arreboles. Ya estamos llegando a casa.
Al desmontar, me sobreviene un pensamiento.
Un niño o una niña no es un proyecto de adulto.
Un adulto es simplemente lo que queda de un niño.
O de una niña.