
Me han regalado por mi cumpleaños un ejemplar, con encuadernación in-folio (como debe ser), editado por Rizzoli, del Codex Seraphinianus, esa obra maestra de la fantasía surrealista.
Esta mañana le he mostrado mi espléndido regalo a un amigo y vecino que acude regularmente a un taller de escritura. Me lo he encontrado mientras paseaba con Mao y le he invitado a echar una ojeada a mi flamante ejemplar del Codex. Lo he hecho para sugerirle que utilice las increibles páginas del Seraphinianus como palestra de ejercicios para sus compañeros aficionados a la literatura.
Elegir una página de esta enloquecedora enciclopedia, al azar, y tratar de traducir los textos que acompañan a esas imágenes sobrenaturales y perturbadoras puede ser una maravillosa gimnasia para la creatividad.
Estoy seguro de que si Gianni Rodari hubiese conocido esta obra (el admirable autor de Gramática de la Fantasía murió en Roma pocos meses antes de la publicación del Codex) hubiera quedado tan fascinado y atraído por ella como lo estuvo, por ejemplo, Italo Calvino, Roland Barthes, o Franco María Ricci.
En realidad, dada la casi simultaneidad entre el óbito de Rodari y la edición del Seraphinianus, estoy convencido de que fue el alma inmortal de Rodari la fuente de inspiración para la creación de estos dibujos, y no la gata callejera que se posaba en la espalda del autor mientras dibujaba, a la que Serafini ha reconocido la totalidad de la autoría del Codex. O tal vez Rodari era esa gata.
En fin, hoy he traído a colación el Codex, interrumpiendo brevemente el ya dilatado hiato creador al que me está obligando mi esforzada preparación ajedrecística para cada partida dominical, por una razón realmente importante.
Sí, queridos lectores, sí. Tengo el inmenso placer de anunciar al mundo que he conseguido algo extraordinario: he logrado decodificar el Codex Seraphinianus.
No voy a cometer la ingenuidad de divulgar aquí la clave, no. Me las arreglaré para “monetarizar” mi descubrimiento, como se dice ahora. Pero, como prueba de mi asombroso hallazgo, voy a copiar a continuación el texto de una de las páginas de la obra, en la sección V, Máquinas y Vehículos. Aquí la transcribo.
Y añado que si alguno de mis lectores desea conseguir la versión digital del Codex, solo tiene que pedírmela. Puede que además le obsequie con alguna otra página traducida gracias a mi esfuerzo criptográfico, solo comparable a los trabajos de descifrado de Bletchley Park.
Textos de la página aquí reproducida:
(Titular)
Corrutecnia
(Leyenda 1, junto a la mano mecánica)
Ingeniería aplicada a la corrupción masiva. Industrialización del soborno artesanal clásico.
(Leyenda 2, bajo el ingenio superior)
El Corrumotor Móvil permite industrializar la corrupción, multiplicando los fondos recibidos. Sus cuatro manos captadoras alimentan un tren de blanqueo de dinero. Dispone de una gran oruga en lugar de ruedas, para trasladarse a todas las Autonomías y municipios.
(Leyenda 3, junto a la mano mecánica)
El movimiento de dedo sabiamente articulado plantea una irresistible invitación para la entrega de fondos.
(Leyenda 4, bajo el ingenio inferior)
El Gran Corrupio es el máximo exponente de la nueva tecnología corruptiva. Cuando la captura de fondos con el Corrumotor Móvil es insuficiente, lo cual es cada vez más frecuente, dada la voracidad de los prebostes, este ingenio permite recoger una gran cantidad de fondos en convenientes carretillas, las cuales ascienden velozmente por unos rieles hasta el túnel de blanqueo.