
Nos hemos enterado ayer de que la Unión Europea emitirá deuda a fin de inyectar 750 mil millones de euros en los países miembros, con el propósito de aliviar la crisis económica desencadenada por la pandemia. Será un endeudamiento colosal del que, obviamente, participaremos todos los ciudadanos europeos.
Mercedes, desde Berlín, me pregunta por qué en lugar de emitir esa montaña de deuda, no se imprimen nuevos euros (o fórmula equivalente) por parte del Banco Central Europeo.
Es una pregunta buenísima. Y de hecho, no existe una respuesta universalmente aceptada por los economistas. Tomar partido por una u otra respuesta define la escuela o la tendencia a la que se adscribe cada profesional de la economía.
Pero se puede al menos afirmar lo que diferencia a una y otra solución, deuda o creación de dinero.
Cuando se crea dinero de la nada, la masa monetaria aumenta sin que la economía real haya crecido.
Si en la economía tenemos 10 manzanas y el gobierno, necesitando manzanas, crea dinero para comprarlas, entonces no cambia el número de manzanas y sube el número de euros, por lo que seguramente las manzanas acabarán subiendo de precio. Se producirá inflación y estaremos en el mismo lugar que al principio. Pero con menos confianza por parte de los agentes económicos.
Ahora bien, si para comprar manzanas el gobierno emite deuda, habrá personas que renuncien a algún euro para comprar esa deuda y, seducidas por los intereses y la seguridad de la deuda pública, entregarán temporalmente sus euros al Estado, que los utilizará para comprar las manzanas que necesita. No habrá más manzanas, desde luego, pero tampoco más euros, que simplemente habrán cambiado de manos con la emisión de deuda. No se producirá inflación y habremos dado al gobierno herramientas financieras para paliar la crisis.
Esto es un enfoque muy simplista. En realidad, la emisión de deuda también tiende a crear efectos inflacionistas conforme a los sutiles mecanismos de la dinámica económica. Pero, en esencia, el control de la inflacion es la razón que justifica que se opte por emisión de deuda en lugar de incremento ex nihilo de la masa monetaria.
Porque crear moneda sin más, sin que las existencias de mercancías y servicios hayan crecido en el sistema, no solo tiende a aumentar la inflación, sino, lo que quizá es aún peor, debilita la confianza de los grandes inversores respecto a la entidades económicas que recurren a la socorrida maquina de imprimir (o su equivalente; “máquina de imprimir” es aquí solo una metáfora).
Y esa pérdida de confianza, a su vez, tiene consecuencias muy negativas en la capacidad de financiarse de los Estados.
La gran cuestión es ¿compensan o no compensan las ventajas de imprimir dinero los inconvenientes (inflación, pérdida de confianza…) de la creación de masa monetaria de la nada? Pues, depende. Realmente, depende. Y en cada situación económica la respuesta correcta puede ser totalmente diferente.
Por ejemplo, la masa monetaria de un sistema está en función, entre otros muchos factores, de la velocidad de circulación del dinero. Si como consecuencia de una atmósfera económica muy negativa, los bancos pierden la confianza necesaria para ofrecer préstamos, o exigen tipos muy altos para hacerlo, esa circulación se ralentiza, y en la práctica eso significa que se produce una reducción de la masa monetaria, Entonces, puede ser muy oportuno compensar la contracción de esa masa monetaria, mediante la creación de dinero. De lo contrario, entraríamos en una peligrosa espiral deflacionaria. Tal vez por eso preclaros economistas como Milton Friedman han sostenido seriamente que hay situaciones en las que resultaría inteligente que los gobiernos contratasen helicópteros y lanzasen numerosos sacos de dólares recién impresos desde el aire.
Puede ser que nos encontremos ahora en una situación en la que sean necesarios helicópteros como los de Friedman.
Muchos helicópteros. Un enjambre de helicópteros. Y uno de ellos puede ser, por ejemplo, la famosa renta mínima universal o la reducción de tasas, que ahora tanto critican algunos, creyendo, erróneamente, que son iniciativas populistas que contradicen las leyes económicas. No es exactamente así. Pero es que en Economía, yo afirmo que nada es exactamente así…Con la posible excepción de esta misma afirmación.