
Marta está leyendo-bien por ella- alguno de los Episodios de Galdós, y le ha llamado la atención la expresión “conseguir un buen partido”, con la que el autor se refiere al hecho de obtener un matrimonio económicamente ventajoso (“y a mi sobrina, que es mujer de grandísimo mérito, no le faltará un buen partido” escribe Galdós en España sin Rey)
Pero, ¿qué tiene que ver el “partido” con el matrimonio o la pareja?, me pregunta Marta.
Pues es sencillo explicarlo. Partido significa también en castellano, desde tiempo inmemorial, acuerdo o convenio.
Al fin y al cabo, partido connota partir, repartir. Y todo acuerdo es en última instancia un reparto. En el castellano del siglo XVII, “venir a partidos” con alguien, era llegar a acuerdos con la otra parte. Y antes también, porque en el XVI, el injustamente olvidado Ambrosio de Morales, nos dice que Juilio César, ante la oferta de pactos por parte de los pompeyanos, contestaba orgulloso que él «acostumbraba dar los partidos, y no recibirlos«.
Por eso, un matrimonio económicamente ventajoso era aquel que implicaba un acuerdo económico favorable, y se presentaba, por lo tanto, como un buen partido, vale decir, un buen contrato.
La expresión está en desuso, y tiene ya sabor insoportablemente rancio.
Y lo que denota el giro idiomático, también parece estar en franco desuso, afortunadamente, según acuerdo con Marta.