
La tristísima actualidad del rescate del niño atrapado en el fondo del estrecho pozo, evoca el cuento de Carroll. Es inevitable.
En un pasaje clave, Alicia cae por un pozo profundísimo, y mientras va cayendo, tiene ocasión de tender la mano y coger un tarro de mermelada. No parece fácil hacerlo cuando uno se desploma vertiginosamente… El lector no avezado no presta mucha atención a detalles como este del tarro, en los que ve tan solo el juego literario. Y sin embargo, son esos detalles los que están llenos de interés científico.
En la época en la que Carroll escribe Alicia, existe un interés por saber si los avances técnicos podrán hacer posible un agujero tan largo que permita caer hasta el centro de la Tierra y, eventualmente, seguir hacia el otro lado, para salir por las antípodas. Aparecían novelas populares como la de Verne, que acercaban el asunto del agujero terráqueo al gran público. También se escribían obras de alta divulgación al respecto como las de Camille Flammarion, que a su vez, continuaban la tradición de pensamiento sobre el enigma del “agujero inacabable”, en torno al cual ya habían reflexionado Plutarco, Francis Bacon, Galileo o Voltaire.
En realidad, Galileo ya había dado las claves del “puzzle”. En su «Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo”, ya explicó que el incremento de gravedad debe implicar un aumento de la velocidad en un cuerpo sin resistencia. Es decir, un objeto que caiga por el agujero interminable, verá incrementada sin cesar su velocidad de caída hasta llegar al centro de la Tierra (aunque el incremento será cada vez menor, hasta hacerse cero justo en el exacto centro de la Tierra, donde la aceleración gravitacional debería anularse).
Ahora bien, una vez que el objeto ha llegado al centro de la tierra, dada su enorme velocidad final (30.000 kms/hora), no habrá razón para que no prosiga su “caída”, hasta el otro lado del globo. Iniciará entonces un proceso inverso en el que la velocidad irá disminuyendo hasta hacerse nula justo en el momento de llegar a las antípodas. El tiempo total del viaje por el agujero interminable se puede calcular (descartando fricción, rozamiento, etc…) y es exactamente de 43 minutos. Esa duración es constante, curiosamente, sea cual sea el “taladro” que hagamos en el globo. Si entramos por una parte y salimos por otra, la duración siempre será de 43 minutos, por extraño que parezca.
Esa inexorable reducción de la velocidad en la segunda parte del viaje interior a través del globo es la que permite a Alicia coger tan tranquilamente el tarro de mermelada. Ningún problema para hacerlo cuando la velocidad ha descendido suficientemente.
Esto es solo un ejemplo de las infinitas claves lógicas y científicas que Carroll puso en su aparentemente inocente obrita (que por cierto, es el texto más citado en los libros de economía). Releerla y sumergirse en su mundo mágico puede ser una buena solución para evadirse algunos instantes de las tristezas de la actualidad.